El proyecto de recuperación del Templo de Heryshef comenzó en 2014, bajo la dirección de M. Antonia Moreno y M Carmen Pérez-Die. Lo primordial fue salvaguardar, en la medida de lo posible, todos los elementos constructivos que formaron la arquitectura del edificio, protegerlos de las alteraciones climáticas y, especialmente, de las fluctuaciones de agua, de sales del terreno y de la humedad.
La prioridad de los trabajos de restauración ha sido, pues, el movimiento, reubicación y aislamiento de los bloques de piedra constructivos y decorativos del templo; el criterio general que se ha seguido para ello es lo que se denomina como anastilosis, técnica que se emplea para la reconstrucción de un edificio a partir de sus elementos originales. El objetivo era intentar que el templo recupere, en parte, su aspecto original y la creación de un Museo al Aire libre con todos los elementos recolocados, que pudiese ser visitado por las personas interesadas.
Para el traslado y reubicación de los bloques pétreos se ha contado con la colaboración de un equipo de especialistas que trabajan en Luxor, dirigidos por el rais Gamal Mahmoud Ahmed el Ghassab, que ha dispuesto de los medios y conocimientos necesarios para la realización de tales labores. Los procesos de estos movimientos se han documentado mediante fichas, informes, fotografía y videos.
Se ha intervenido fundamentalmente en dos zonas: en el pórtico y en el patio peristilo.
Portico: las losas estaban caídas, pero colocadas en su posición original. Solo era necesario levantarlas y recolocarlas en pie. El relleno entre las piedras se hizo con una serie de materiales adecuados para ello, y la restauración se cubrió con un color semejante al de las piedras (fotos 1-10).
En el patio peristilo la problemática era diferente, ya que los fragmentos de esculturas y de inscripciones se hallaban dispersos, estaban incompletos y en ocasiones no se sabía dónde estuvieron ubicados originalmente. Por eso se optó por copiar el modelo empleado en el Templo de Merenptah, en Luxor. Sobre unas bases de ladrillo blanco, con una altura de 60 cms. y con las dimensiones necesarias para soportar cada fragmento, se colocaron encima las diferentes piezas escultóricas y las inscripciones, previamente restauradas y completamente protegidas de la humedad. Hay que hacer constar que estos pedestales no alteran los estratos arqueologicos del templo y pueden ser eliminados si se considera necesario (foto 11 a foto 14) (Video 1 y foto 15).
Con los arquitrabes del pórtico se siguió el mismo criterio que con las esculturas del patio peristilo, siendo colocados en sus correspondientes basas de ladrillo (foto 16 y 17).
La pieza más difícil de mover y de levantar fue, sin duda, la parte inferior del coloso de Ramsés II que se hallaba en el patio abierto, y que estaba desplazado de su lugar original. Una buena parte del mismo estaba hundido en el suelo del patio y fue muy laborioso izarlo para colocarlo en su base de ladrillos (foto 18, video 2, video 3 y foto 19), tal y como se encuentra en la actualidad.
Por el momento, todos los elementos pétreos se encuentran en sus pedestales y es posible verlos y rodearlos (foto 20).