La capital del Nomo XX del antiguo Egipto fue una de las ciudades más importantes en el periodo faraónico y copto. Sus orígenes se remontan a las primeras dinastías según los textos, aunque no tenemos testimonios arqueológicos tan antiguos. El periodo de máximo esplendor se produjo durante el Primer Periodo Intermedio en la llamada “época heracleopolitana”, correspondiente a las Dinastías IX y X; en esta etapa la ciudad fue capital de Egipto hasta el 2040 a.C., cuando se produjeron las luchas con los tebanos y la perdida del control del país por los reyes heracleopolitanos. El faraón Ramsés II construyó un buen número de monumentos en la ciudad y durante el Tercer Periodo Intermedio la capital se convirtió en el fiel de la balanza entre los reyes tanitas del norte y los sumos sacerdotes del sur, con una colonia de la tribu libia de los mashawuesh instalada en la ciudad. En época romana, copta y bizantina, la ciudad continuó su esplendor. La posición geográfica del nomo proporcionó a sus habitantes el control de acceso al oasis de El Fayum y a las rutas caravaneras entre el Nilo y los Oasis Libios.