La Necrópolis del Tercer Periodo Intermedio

La necrópolis del Tercer Periodo Intermedio excavada por los españoles está situada en el interior de la ciudad, en su parte meridional, y tiene una considerable extensión. Sabemos que estuvo ocupada durante muchos años y que en el momento de su hallazgo se mostraba en su fase final, tras haber sufrido transformaciones y reutilizaciones; por ello, ha sido muy difícil conocer su aspecto original. La necrópolis del Tercer Periodo Intermedio de Heracleópolis es un cementerio “real”, donde se enterraron hijos de reyes, descendientes de sumos sacerdotes tebanos, y altos dignatarios heracleopolitanos que vivieron durante las Dinastías XXII-XXIII; este cementerio fue reutilizado durante la Dinastía XXV y los inicios de la XXVI (hasta Psamético I incluido).
(fotos 1-3).

f_necro1_gFoto 1

2necro3Foto 2

f_necro3_g

Foto 3

Aunque hemos encontrado restos de edificaciones antiguas, hemos podido constatar que la construcción de las principales tumbas se realizó a mediados o durante la segunda mitad del siglo IX a.C. y los comienzos del VIII. Durante una buena parte del siglo VIII a.C. continuó la ampliación del cementerio hacia el Sur, el Este y el Oeste. Además, en este siglo se produjo la degradación de algunas construcciones de la etapa anterior, por lo que fueron rehabilitadas, reconstruidas y ampliadas; de estos años puede datar la capilla común central. Desde el último tercio del siglo VIII a.C. y una buena parte del siglo VII a.C. (reinado de Psamético I incluido), la necrópolis fue reutilizada por numerosos individuos que ocuparon todos los espacios disponibles.
La arquitectura de la necrópolis es semejante a la de otros cementerios del Tercer Periodo Intermedio de Egipto, como el de Tanis o la Tumba de Osorkón en Menfis, hoy día en el jardín del Museo de El Cairo y la de Kama en Leontópolis. Cada una de las tumbas heracleopolitanas, tal y como nosotros las hemos encontrado en su última fase, está formada por varios recintos hechos de piedra y de adobe estos últimos abovedados. Desde el punto de vista constructivo, las tumbas se introducían en fosas bastante profundas que se excavaban desde la superficie del terreno, lo que provocó que se destruyeran estratos anteriores fechados en los inicios del Tercer Periodo Intermedio, en el Reino Nuevo y en el Segundo Periodo Intermedio. En el suelo se colocaba arena del desierto y encima las losas del suelo, las paredes y los techos de las cámaras de piedra (foto 4). Los recintos encontrados fueron seguramente las subestructuras de las tumbas y pudieron permanecer enterrados en parte

f_necro4_g

Foto 4

Las paredes se cubrían con ladrillos de adobe, a excepción de las fachadas o las puertas, y se elevaban con muros que recorrían todo su perímetro exterior. El interior se pulía y se decoraba, pero apenas nos han llegado restos de la iconografía representada. (foto 5).

f_necro5_g

Foto 5

Las tumbas poseyeron un recinto delante de la puerta que pudo haber sido utilizado como pozo de acceso.
En cuanto a los recintos de adobe, sus suelos se hallan a una altura superior que los de las cámaras de piedra. Son rectangulares, con cubierta abovedada, también de adobe. Su altura no fue excesiva y todas la bóvedas aparecieron caídas, aplastando a los individuos que estaban colocados en su interior, aunque todas dejaron su impronta en los muros, por lo que no ha sido difícil reconocer su trazado. (foto 6).

f_necro6_g

Foto 6

El problema principal es determinar si cada una de las tumbas poseyó una capilla funeraria independiente e individual para celebrar el culto funerario; si la tuvo, no sabemos donde estuvo ubicada. El único recinto que fue utilizado como capilla funeraria para todas las tumbas es una estancia rectangular hecha con muros de adobe y cuatro columnas de piedra, pero su fecha de construcción también es posterior a las estancias realizadas en el siglo IX a.C., como indica la estratigrafía. (foto 7).

f_necro7_g

Foto 7

Durante la excavación de la necrópolis del Tercer Periodo Intermedio han sido halladas inscripciones que no estaban in “situ” o que habían sido reutilizadas, y objetos procedentes de tumbas que todavia no han sido encontradas. Entre las primeras debemos destacar los bloques de la tumba de Imenhaemipet, o el dintel de la tumba de un Osorkón cuyas inscripciones mencionan a la tribu libia de los mashauesh que se instaló en Heracleopolis en el Reino Nuevo y desde donde pudieron salir para fundar la Dinastía XXII. (foto 8).

f_necro8_g

Foto 8

Quizá los ushebtis de la reina Shepensepedet, reutilizados en un enterramiento de época bastante posterior a su muerte, sean uno de los documentos más importantes de la necrópolis. (foto 9).

Foto 9

En primer lugar, porque se trata de una soberana no documentada hasta la actualidad, pero que indudablemente reinó en Heracleópolis. Las figurillas pueden fecharse en época del rey Osorkón II y su inscripción encerrada en un cartucho la denomina “la esposa del Señor de las dos Tierras”. Aston la considera la esposa del rey Harsiese, que a su vez Jansen-Winkeln ha identificado con el hijo de Esmendes III y Asetemakhbit, mencionados en los vasos canopos de Tanetamón. Aston va más lejos y considera a Shepensepedet y a Harsiese como los padres del rey Takelot II y plantea la posibilidad de que la Dinastía XXIII estuviese instalada en Heracleópolis. De confirmarse todos estos datos veríamos como la familia real egipcia tendría estrechos contactos con la ciudad excavada por los españoles.

Otras tumbas importantes de la necrópolis heracleopolitana son las de Tanetamón, Gran Concubina del Haren de Herishef, hija del primer Profeta de Amón Smendes y de la Madre divina Ihé (foto 10); la de dos hijos reales llamados ambos Osorkon, y la del padre divino Paenherishef que conservaba un inmenso sarcófago de granito anepigráfico (foto 11), fechadas todas ellas en la segunda mitad del siglo IX a.C., durante la dinastía XXII.

f_necro10_g

Foto 10

f_necro11_g

Foto 11

La necrópolis del Tercer Periodo Intermedio apareció repleta de individuos que fueron enterrados desde mediados del siglo IX hasta mediados del VII a.C. Su número asciende a 1287, aunque la mayoría estaban muy deteriorados e incompletos. Se trata de los propietarios originales de las tumbas que vivieron durante las Dinastías XXII y XXIII, (siglos IX y VIII a.C.) y de las personas que reutilizaron el lugar masivamente durante la Dinastía XXV y los inicios de la XXVI, Psamético I incluido, perdurando algunos años después, aunque muy ocasionalmente (fines del VIII- mediados del VII a.C.). Los cuerpos, que pocas veces aparecen completos y sin momificación, se depositaron en el interior de las cámaras y durante la reutilización en el exterior de las cámaras de piedra y de adobe, amontonándose sobre sus techos y en los alrededores. (foto 12 y 13).
Aparecen, en ocasiones, con ojos de pasta en las órbitas oculares. (fig. 13 bis).

f_necro12_g

Foto 12

f_necro13_g

Foto 13

f_necro13b_g

Foto 13 bis

En cuanto a los ajuares, la datación de las tumbas en época libia explica las particularidades de la necrópolis heracleopolitana. Estos libios aceptaron el ritual egipcio y se enterraron con objetos que pudieron haber acompañado a cualquier egipcio. Utilizaron sarcófagos, vasos canopos, ushebtis, objetos de oro y de plata.
Los vasos canopos estaban asociados a los enterramientos de las personas más influyentes (foto 14).

f_necro14_g

Foto 14

Estos vasos no contuvieron las vísceras momificadas, sino que estaban vacíos, como suele ser habitual durante el Tercer Periodo Intermedio. (fotos 15-17).

f_necro15_g

Foto 15

f_necro16_g

Foto 16

f_necro17_g

Foto 17

Los ushebtis proceden de un taller local situado en Heracleópolis que distribuyó sus productos entre los habitantes de la región. Los hay de fayenza y de arcilla pintada de azul imitando la fayenza y su cronología abarca desde el IX hasta el siglo VII a.C. (fotos 18-19).

f_necro18_g

Foto 18

f_necro19_g

Foto 19

Los amuletos fundamentalmente representan divinidades y estaban asociados a los enterramientos de la etapa final del cementerio heracleopolitano. En cuanto a los escarabeos se han podido distinguir varios tipos: de corazón, alados, en anillos y escaraboides (foto 20). Hemos hallado recipientes cerámicos enteros o fragmentados utilizados para el alimento o la bebida.

f_necro20_g

Foto 20

No se admiten más comentarios